En España, nuestros comportamientos como consumidores de vino difieren, de manera notable a veces, de lo que ocurre a nuestro alrededor. La situación continuada de precariedad económica de la última década y la gran inestabilidad laboral hacen que el sector más joven de la población, lo que se viene a denominar los Millennials, o sea gente entre 18 y 35 años, en España no cuente casi como consumidores de vino habitual. Y para añadir más problemas, los demás, los que se situan entre los 40 y 60 años, van a la baja si tenemos en cuenta el gasto medio que hacen por la compra de vinos. Por contra, en países como Reino Unido el segmento joven está experimentando un crecimiento más que notable, al menos aquellos comprendidos entre esas edades de referencia con ingresos superiores a la media, que llegan a suponer algo más del 30% del consumo total de vino, que no es poco. Esa economía nacional si de verdad estuvo en crisis se ha recuperado hace tiempo; no hay más que darse un “paseo” por ciudades como Londres y ver la alta ocupación laboral en la construcción y obras públicas.
Ahora queda verlas venir o tomar decisiones importantes. El sector vitivinícola español se ha sustentado siempre sobre un gran consumo interior y luego en menor medida de la fuerza exportadora de las grandes marcas. El panorama se presenta como mínimo confuso y si no se buscan fórmulas para potenciar que los españoles compremos más vino desgraciadamente sobran bodegas y muchas…