Se trata más de la calidad del vino que de la elección del mismo para acompañar un plato
Evidentemente hay vinos que nos resultan más agradables de tomar con determinados alimentos y tipo de gastronomía. En todo caso, nuestro paladar, algo tan personal, marcará mucho el criterio que sigamos en cada momento. De sobra conocemos unas ciertas «normas» acerca de los maridajes o armonías plato-vino, pero hay que tener en cuenta que lo mejor es ser flexible, huir de convencionalismos y experimentar.
El equilibrio plato-vino, en ello se basa la armonía o maridaje, es algo que deberíamos perseguir siempre; un vino demasiado ligero ante un plato muy elaborado e intenso de aromas y sabores se va a quedar «corto» en la boca destacando el alimento muy por encima de él, también al contrario notaremos mucho ese desequilibrio. Por tanto, antes incluso de si se elige blanco, rosado, tinto o espumoso para comer, o varios de ellos, es más importante elegirlos bien, atendiendo a la calidad y a lo que nos aportará en boca. Un mal blanco ante un buen pescado será siempre peor que un buen tinto ante ese mismo producto.
Cada vez más se consigue lugares donde probar vinos por copa, sin tener que comprar la botella. De esta manera se puede ir creando una lista de vinos que sigan un criterio propio y adaptado a los gustos y necesidades particulares. La propia gastronomía del lugar marca también una cierta tendencia de armonizarla con sus vinos locales. Canarias tradicionalmente ha sido sobre todo un territorio de vinos jóvenes y ligeros, tanto blancos como tintos, cuestión que acompaña bastante bien a la cocina de las Islas -quesos, pescados, conejo, cerdo, papas de color…-
Otro factor importante es la información; afortunadamente las nuevas tecnologías, las redes sociales y los medios digitales, como es nuestra publicación, brindan un excelente abanico de oportunidades. Infinidad de webs, en especial de bodegas, revistas y denominaciones de origen, nos introducen de lleno en el apasionante mundo de la vitivinicultura. Luego, por supuesto, nuestra curiosidad para indagar en nuestros propios sentidos -vista, olfato y gusto- para desarrollarlos y que la copa de vino que tengamos delante no solo sea un recipiente de cristal sino una explosión de aromas y sabores que nos hagan disfrutarla mejor. Al principio se puede seguir las indicaciones de cata que ofrezca el vino que tomemos, para posteriormente empezar a atrevernos a hacer nuestras propias valoraciones sensoriales; al final se trata solamente de ejercicio de los sentidos, desarrollar los órganos, sobre todo del olfato y el gusto, los más complejos.
¡Adelante y salud!