- Por Juan Jesús Méndez Siverio
- Fundador y Director de Bodegas Viñátigo
Después de cuatro años de transición, donde poco a poco hemos ido sacando al mercado nuevas elaboraciones –los varietales de Vijariego Negro y de Baboso Negro, los Ensamblajes Blanco y Tinto y luego las Elaboraciones Ancestrales, también Blanco y Tinto–, toca ahora el momento más difícil para nosotros: comenzar a traspasar aquellos vinos que nacieron bajo la protección de la DO Ycoden Daute Isora, en algunos de los casos tras más de 20 años, a la DOP Islas Canarias.
Fue hace más de 25 años cuando comencé en este mundo del vino, que se convirtió en uno de los motivos de mi vida. Rápidamente me di cuenta de la necesidad de organizarnos y de dotarnos de instrumentos adecuados para avanzar y mejorar. Surge así la idea de crear una Denominación de Origen, para lo cual se creó previamente la Asociación de Viticultores y Bodegueros del Noroeste de Tenerife, desde donde impulsamos el proyecto justificativo y creamos la DO Ycoden Daute Isora.
Durante estos años hemos aprendido mucho gracias a las enseñanzas de extraordinarios profesionales, tanto de aquí como venidos de fuera. El agradecimiento a los mismos es muy grande. No me atrevo a enumerarlos, ya que son tantos y tan importantes que me da miedo olvidar a alguno, lo que sería imperdonable por mi parte. Ha servido para dar un salto cualitativo enorme, pasando de unos vinos bastante mediocres, que se elaboraban por estos lugares en aquellos tiempos, a los vinos que hacemos hoy, que están a la altura de los mejores que se hacen en el panorama vitivinícola nacional y de los que nos sentimos enormemente orgullosos.
El sector ha crecido y se han creado nuevas situaciones y se hace necesaria una unidad del mismo a nivel regional, que permita mantener una voz más fuerte y más profesionalizada, que nos ayude a conseguir nuevos retos muy importantes para garantizar un futuro prometedor, cambios normativos, mejoras en condiciones de trato equivalentes a las que reciben otros subsectores agrarios, etcétera; también el desafío de un mercado internacional cada vez más importante para nosotros, en el que nos resulta mucho más sencillo explicar nuestro origen y sus especificidades desde el marco de la DOP Islas Canarias que desde marcos excesivamente comarcales, que se decidieron en base a los hábitos de consumo local de aquella época y que nada tienen que ver con el marco actual donde, como he dicho, la exportación cada vez tiene una importancia mayor en nuestro proyecto.
El proyecto Islas Canarias en ningún momento ha sido un modelo concebido para la comercialización de excedentes ni para la mezcla de uvas o vinos sin identidad, como he oído y he leído en algunas ocasiones, a través de afirmaciones de personas que lo único que demuestran es un desconocimiento total del espíritu y de la filosofía que a un gran grupo de bodegas y viticultores innovadores, comprometidos al máximo con el sector, nos ha movido. Todo lo contrario. Prueba de ello es su profundización en la definición de las subzonas y en el desarrollo normativo de los vinos de parcela que se está afrontando.
Continuaremos elaborando con el rigor y la meticulosidad que nos ha caracterizado durante nuestros 25 años de trayectoria, basado en la rigurosidad en el trabajo, en la seriedad de las investigaciones que nuestra formación nos permite y el respeto por la identidad del producto y el trabajo bien hecho, que nos ha permitido consolidar nuestro proyecto y mantener sin defraudar a tantos clientes durante tanto tiempo; ellos son los garantes de la supervivencia y del futuro de Viñátigo.
Coincide nuestra migración mayoritaria a la DOP Islas Canarias con el impulso que adquiere con el desarrollo de la marca colectiva Canary Wine, que recoge el testigo del pasado glorioso de los vinos canarios del siglo XVI y XVII, que fueron referentes mundiales, y que retomamos en nuestro marco moderno actual y con una gran ilusión, por lo que aportamos a la recuperación de ese reconocimiento que nunca se debió perder.
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