«… con efecto la Malvasía dulce es un excelente cordial, y quizás vale ella sola por todos los cordiales juntos siendo además expectorante y laxante a diferencia de otros vinos…»
Viera y Clavijo en su obra hace referencias a la Malvasía -extractos literales-: «Vitis Epidaurica, Vinum Malvaticum, Vinum Cretaceum. Nombre que damos a la parra y vino dulce de sus uvas, que se hace en las Islas de Tenerife y de La Palma, por haberse entendido que esta especie de vid era originaria de una pequeña isla de la Grecia llamada Malvasía y antiguamente Epidacura, sobre la costa oriental de Morea, distante un tiro de pistola de la tierra firme, célebre por el excelente vino de este nombre que produce su terreno. Sin embargo la tradición más recibida entre propios y extraños es que la dicha casta de parras no nos vino en derechura de la isla Malvasía, sino de la Candiaque, que en lo antiguo se llamó Creta, por lo que el Diccionario de la Lengua Castellana da a este vino la que le correspondía en latín de Vinum Creticum. Como quiere que fuese este vino de licor se apellida Vino Griego y que las cepas que desde principios del siglo XVI se plantaron en las bandas del norte de Tenerife, hallando no sólo uno, collados de tierras ligeras, areniscas, impregnadas que habían depositado en ellas los antiguos volcanes, sino un clima muy análogo al de la Grecia; medraron y prosperaron desde luego de una manera prodigiosa.
Es a la verdad un espectáculo agradable al de aquellas haciendas de viña dispuestas en carreras, levantadas del suelo sobre horquetas altas, cuyos sarmientos entretejidos y ligados, forman unas prolongadas barandas cuyos sarmientos y pámpanos de un vello verde por dentro y de un blanco algodonoso por fuera de los cuales penden los racimos de más de un pie de largo, aunque de corta circunferencia, cuyos granos ovales espesos, toman color de cera virgen en su madurez. Tenemos una especie de Malvasía cuyas uvas son negras, y un sabor dulce intenso y amoscatelado. Vendimiamos en este estado, se fabrica de ella el vino seco llamado Malvasía verde que siendo generoso y dotado de buenas cualidades que se buscan en el comercio compite con vinos de la Madera y de Jerez y puede ser transportado a distantes regiones sin menoscabo de su bondad.
Pero la Malvasía que siempre tuvo la mayor fama y celebridad es la dulce, licorosa y acompañada de perfume. Para comunicarle estas prendas y darle aquel justo temperamento entre lo suave y lo picante de modo que la dulzura de su azúcar corrija la acrimonia de su tártaro se dejan los racimos en las vides hasta que empiezan a madurarse, a pasarse y cubrirse de moho; de suerte que llegando a perder la mayor parte de su flema por la desecación se extraiga un mosto viscoso que fermentando ligeramente nos dé aquel licor delicioso que algunos autores han calificado de «néctar».
Hasta muy entrado este siglo -1869-, todo el vino que se hacían de estas uvas era de esta clase y los ingleses y holandeses lo venían a buscar sacando todos los años más de diez y seis mil pipas y pagando buen precio según el orden de primera, segunda y tercera suerte. La Malvasía de la isla de La Palma tomó entonces un distinguido crédito y algunos escritores extranjeros, copiándose unos a otros, la aplaudieron y aún llegaron a creer que se hacía del jugo de «las palmas». Pero en Europa pasó la moda de este licor y faltando ya el gran despacho, que tenían, se fabrica ahora muy poco. No obstante lo hallaremos siempre recomendado en la farmacopea para ciertas confecciones oficinalis, que suelen recomendar los médicos y miran con los respetos del remedio magistral. Con efecto la Malvasía dulce es un excelente cordial, y quizás vale ella sola por todos los cordiales juntos siendo además expectorante y laxante a diferencia de otros vinos»
José de Viera y Clavijo fue un hombre ilustrado que dejó un enorme legado de conocimiento en campos tan variados como la poesía, teología, historia o biología. Tuvo una vida intelectualmente apasionante, sacerdote inquieto y talentoso, de humor satírico, se nutrió desde niño con las lecturas de los pensadores europeos más sobresalientes de la época. Era un gran pensador y excelente comunicador, que pese a su procedencia humilde pronto empezó a formar parte de los círculos culturales más aventajados de Canarias.
José Antonio del Álamo Clavijo, que éste es su nombre original, nace el 28 de diciembre de 1731 en una modesta casa del Realejo de Arriba (Tenerife), que aún se conserva. De origen humilde, su padre fue una persona curiosa que supo ir escalando socialmente y su madre, Antonia María Clavijo, era tía de José Clavijo y Fajardo, otro célebre canario de letras. Fue un niño débil y enfermizo. En 1756 se traslada junto con su padre y su familia a La Laguna, por aquel entonces la capital de Tenerife. En 1770 viaja a Madrid para publicar el primer tomo de Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, donde acaba consiguiendo un puesto como docente del joven Marqués del Viso lo que le permite efectuar varios viajes y conocer nuevas realidades. La publicación del segundo tomo de sus Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, le abre las puertas de la Real Academia de la Historia, institución encargada del estudio de la historia de España, con sede en Madrid, donde inicia una brillante carrera como historiador que le lleva a ser nombrado académico supernumerario de la misma Conocer y aprender era su pasión. Con 53 años retorna a Las Palmas de Gran Canaria donde reside hasta su muerte el 21 de febrero de 1813.
Fuentes:
https://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/wiki/index.php?title=Jos%C3%A9_de_Viera_y_Clavijo
y archivos de Bodega Canaria