En el mundo vegetal, como ocurre en el animal, el paso del tiempo va marcando la evolución de las especies y, dentro de ellas, de cada familia e individuos. Las diferentes variedades de vid que se cultivan en la actualidad en Canarias no surgieron en las Islas de la nada, por supuesto que fueron traidas por los primeros colonizadores desde sus distintos lugares de origen. Aquellas originarias, con el paso del tiempo y la influencia del clima y los suelos volcánicos comenzaron su particular evolución hasta convertirse en lo que más recientemente se ha referido como variedades tradicionales o autóctonas. Se tiene por bastante probable que la propia rivalidad de aquellos pobladores españoles y europeos por conseguir cosechas de buena calidad y abundantes hizo que se plantaran cepas que significaron el germen de un amplio y rico catálogo varietal. Ya en el siglo XVI una de ellas se estableció como la “reina” de las variedades, esa fue la Malvasía; había llegado muy posiblemente desde Creta vía Madeira, donde ya se encontraba asentada.
La situación geo-estratégica de las Islas Canarias en las rutas marítimas del comercio entre Europa y América especialmente, unido a que la producción de vino Malvasía había empezado a sustituir al negocio de la caña de azúcar y el renombre que, sobre todo en la corte y nobleza británica, comenzaban a tener los Canary motivó el florecimiento del negocio con nuestros vinos;su alta graduación alcohólica, prácticamente vinos generosos, hacía muy viable su exportación a esos territorios (luego se uniría el tráfico a los Estados Unidos) en los lentos veleros de la época. A los malvasías se unieron los denominados vidueños, que eran aquellos elaborados con variedades diferentes a la Malvasía. Los Canary se distinguian y eran una muestra de categoría social, siendo numerosas las referencias históricas y literarias a su carácter. Las crónicas de la época nos relatan las esperas de aquellos barcos en sus fondeaderos para poder cargar en las bodegas las preciadas barricas que transportarían a los puertos europeos primero y americanos luego para deleite de sus asiduos.
Los problemas políticos surgidos en los siglos siguientes con matrimonios reales y susconveniencias comerciales, así como la guerra con Inglaterra degeneró en la decadencia de los vinos canarios frente a los Madeira y Jerez principalmente. Ello, unido a algunas plagas sufridas ya en el siglo XIX, generó el decaimiento casi total del cultivo de la vid y el comercio internacional, quedando relegado a pequeñas explotaciones locales. Esta situación se prolongó hasta bien avanzado el siglo XX, hasta que en los 90 vuelven a surgir algunos viticultores y bodegueros con afán de elaborar vinos de más calidad de los que se venían produciendo. El siguiente paso fue ir convirtiendo ese mercado de “vino a granel” en vino embotellado. Aparecen los primeros Consejos Reguladores que amparaban las denominaciones de origen que se iban creando (10 en la actualidad en Canarias) y poco a poco se van recuperando algunas variedades en desuso. Hay que tener en cuenta que en las décadas anteriores no era tan importante la calidad como la cantidad de vino que se elaboraba; eso iba a ir cambiando a medida de que el sector, al menos algunos pioneros, se iban dando cuenta de que los resultados obtenidos, aunque significaran más esfuerzo de campo y merma en los litros, eran positivos. El trabajo consistiría, de nuevo, en marcar como diferentes a los vinos elaborados en las Islas Canarias con variedades distintas a las que en otros territorios nacionales e internacionales eran usadas; así aparecen, más bien reaparecen, las Baboso Negro, Vijariego Blanco y Negro, Gual, Marmajuelo, Tintilla, etc., que se unieron a las más habituales Listán Blanco, Listán Negro, Negramoll, Malvasía… Las Islas Canarias podían también disfrutar de algo único que añadir a esa diferenciación, ya que había quedado excluida de la gran plaga de filoxera que atacó al mundo, pudiendo por tanto plantar directamente al suelo cada variedad, sin necesidades de portainjertos. Muchos especialistas dan a esta característica importantes ventajas en cuanto a longevidad de las cepas y pureza de las variedades, entre otras.
En los últimos años se han consolidado algunas marcas y tipos de vinos, ya no solo en el mercado interior sino, lo que es más relevante, en los grandes destinos consumidores de vinos de calidad de Europa, Asia y América. Algunas de nuestras bodegas mantienen un tráfico comercial habitual con muchos paises y cada vez es mayor la cantidad de vinos que alcanzan reconocimiento internacional con premios obtenidos en los más pretigiosos concursos que cada año se realizan, tanto dentro como fuera de España.