El tapón de corcho se sitúa como uno de los productos tradicionales más comercializados del mercado, no obstante, pocos conocen la historia de cómo esta corteza de árbol llegó a convertirse en uno de los mejores aliados del vino. Pierre Perignon era un monje francés al cargo de una bodega en la abadía benedictina de d´Hautvillers, situada en la Champagne francesa. Este peregrino se encontraba en una de sus hazañas diarias cuando se topó con una botella taponada por un material nunca antes visto en esa disposición: el corcho. En su interior, se hallaba una especie de vino fermentado que cató y describió al instante como un trago de estrellas.
Así dio comienzo la revolución del corcho como método de taponado de vino: un descubrimiento de forma cónica y emplazamiento manual que fue evolucionando hasta consolidarse como un instrumento cilíndrico y esencial a la hora de garantizar un caldo de buena calidad. Y es que, desde aquel entonces, las cifras no han hecho más que aumentar llegando a alcanzar la superproducción de 340.000 toneladas de tapones repartidos entre Portugal (60%), España (30%) e Italia (6%) como sus principales fabricantes.
¿Cuándo se convirtió el corcho en parte fundamental de la comercialización del vino?
Conchi Garzón, gerente de M.A. Silva & Garzón, ofreció la respuesta en la conferencia La importancia del corcho en el vino, impartida en la sede del CRDO Abona el pasado mes de junio. La profesional explicó que el corcho simboliza un valor añadido importante a ojos del consumidor pues hace que la botella sea apreciada por el público como un producto de mayor valor y mejor calidad. Una “parte de la percepción que se ha ido consolidando con los años”. A esto agregó que nos encontramos en un momento de la historia de la humanidad en el que:
“nos estamos dando cuenta de la importancia que tienen los recursos naturales de los que disponemos”. Es por ello que la transformación de la corteza tradicional al corcho ecológico, reciclable y sostenible ha representado un paso más allá dentro de los avances en la industria vinícola de nuestros tiempos.
Aun así, la experta explicó que no todos los corcheros son iguales. Garzón aclaró que pese a emplear la misma materia prima (el alcornoque o Quercus suber), el proceso de fabricación del corcho es sustancialmente diferente de unas empresas a otras por lo que, ya no solo importa con qué taponamos la bebida, sino también de qué compañía procede el taponado. Asimismo, manifestó que el tapón de corcho ha ido adquiriendo un comportamiento excelente con el paso del tiempo: “A través de él reivindicamos que no está por convencionalismos, costumbres o tradiciones, sino que ha llegado hasta aquí porque se lo ha ganado”.
Sumado a lo anterior, sostuvo que este material natural ofrece una multitud de funcionalidades, entre ellas y como ejemplo, la de resistir largas trayectorias o viajes.
“Dadas las elevadas temperaturas a las que se enfrentan durante el transporte, muchos tapones no son capaces de soportar la presión y terminan en fuga. Sin embargo, con el corcho esto no ocurre”.
De igual modo, el corcho ecológico ha supuesto un soporte a la biodiversidad. Tal y como la especialista afirmó:
“Gracias a la masa de alcornocales, a la masa forestal, se mantienen especies como el lince ibérico”.
En la actualidad, la producción de un nuevo modelo de corcho sostenible y capaz de colaborar con la preservación de árboles simboliza una salvaguarda para la subsistencia de hasta 36 tipos de mamíferos diferentes y 160 grupos de aves.
Desde M.A. Silva & Garzón buscan promover la idea de que los productos de taponado también pueden ser reciclables. Por esta razón, Garzón aprovechó para destacar que
“el corcho está en la condición de decir que ofrece valores que otros tapones no tienen como el de mantener cierta sintonía con nuestro sentir general por la conservación de la naturaleza”.
Referente a esto último, añadió que la cuenta del mediterráneo retiene unos 14 millones de toneladas de CO₂, lo que calificó como una gran huella de carbono.
“Nuestra materia prima está compensando las emisiones de dióxido de carbono, cosa que otros sectores no pueden decir. Un solo tapón de corcho natural es capaz de retener 240-250 miligramos de CO₂”, aseveró la profesional.
Por Noelia Gobierno Muñoz de Bustillo, Técnico de Márketing y Publicidad y estudiante de periodismo