El primer estudio de género sobre la situación y la condición de las mujeres en el mundo del viñedo es el Premio de la OIV 2017 en la categoría de Historia, que ha sido entregado el pasado lunes 16 de octubre en Paris. Ahonda en la «división de sexos» de las tareas vitícolas en la historia de la viticultura moderna; se trata de una obra esclarecedora sobre la discriminación femenina en este contexto, un tema todavía de actualidad.
Aunque las mujeres ocupan hoy en día un lugar innegable en la enología o la viticultura y algunas han alcanzado puestos relevantes en la gestión y dirección de importantes bodegas, la historia de la viticultura francesa esconde una triste parte de sombras: una sombra sobre las mujeres empleadas, desde el siglo XIX en adelante, con tareas estacionales decretadas como no cualificadas y sobre las cuales se aplicaba lo que entonces se llamaba la «tarifa mujer», es decir, la mitad del salario masculino menos remunerado.
Jean-Louis Escudier, investigador del CRNS (Centre National de la Recherche Scientifique) de Montpellier y premio de la Organización Internacional de la vid y del vino (OIV) en la categoría de Historia por su libro “ Las mujeres y la vid: una historia económica y social (1850-2010)”, publicado en 2016, ha tomado este camino inexplorado, «allí donde no hay luz», confiesa, para elaborar el primer estudio de género sobre estas mujeres anónimas que trabajaban a diario en la vid. Sus investigaciones pioneras han recibido el reconocimiento por la OIV. Ponen en evidencia las disparidades persistentes en la historia del desarrollo de la viticultura moderna.
“Hasta 1850, la vid en Francia fue residual, a menudo un complemento en un marco de policultivo que no requiere una organización del trabajo claramente establecida, recuerda el investigador. Pero el nacimiento de la viticultura moderna impulsado por la llegada del ferrocarril y un fuerte desarrollo del mercado vitícola nacional, además de la aparición de las primeras crisis de la enfermedad de la vid (el oídio) cambiarán la situación: la vid requiere más cultura, más trabajo y, por lo tanto, más dinero. Es en este momento en el que se construye la «división de sexos» de las tareas vitícolas. «
Pequeños dedos ágiles. ¿Por qué a lo largo del ciclo vegetativo de la vid, las mujeres recogieron los sarmientos pero no podaron las vides? ¿Trataban la corteza de los tocones contra el lepidóptero Cydalima perspectalis, una oruga invasiva que quemaron con pequeñas cafeteras? ¿Estaban empleadas para esparcir el azufre, para el desyemado, pero tenían prohibido el trabajo en las bodegas? Algunas de tantas preguntas que se hace Escudier. ¿Por qué, sobre todo estos puestos considerados como no cualificados, se convirtieron en cualificados desde que fueron asignados a los hombres?”
Las mujeres prohibidas en la bodega. Para el escritor, esta división sexual del trabajo es parte de cierta hipocresía social. Así, en el siglo XX a las mujeres se les prohíbe la presencia en la bodega, en el momento de la fermentación de los mostos, con el pretexto de que picarían el vino durante su menstruación. Pero de manera contradictoria, esta prohibición social se levanta durante la Primera Guerra Mundial; entre agosto de 1914 y 1915, las mujeres regresan nuevamente a la bodega en ausencia de los hombres que se encuentran masivamente en la contienda militar. «Más prosaicamente, se les niega el acceso a un lugar donde los salarios son más elevados. La realidad es que los hombres quieren quedárselos para ellos y mantendrán a lo largo de la historia un coto reservado sobre los salarios más altos”.
Privadas de formación hasta la época de la Segunda Guerra Mundial, confinadas a la enseñanza doméstica agrícola que alienta la retirada de las mujeres rurales al ámbito del hogar. Es en los años 70 cuando se autoriza la entrada masiva de mujeres en la viticultura en los puestos de alta cualificación. «A partir de los años 90, las mujeres se convierten en mayoría en las promociones de las escuelas de agronomía. Para estas mujeres, la paridad casi se alcanza incluso cuando todavía hay casos de discriminación para algunas jóvenes graduadas. «
A pesar de estos logros sociales, las disparidades de género persisten sin embargo en el viñedo francés en los puestos menos cualificados. Este triste hecho ha podido observarlo Jean-Louis Escudier durante su larga investigación: «en términos generales, en los trabajos de temporada, las mujeres siguen siendo las pequeñas manos de la viticultura francesa, empleadas en puestos precarios con una alta rotación de mano de obra «, insiste el investigador.
Fuente: http://www.oiv.int/