Joaquín Sorolla y Bastida nació en Valencia en el año 1863 y cursó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Gracias a una beca, pudo continuar su etapa de formación entre Roma y París, cunas del arte europeo, dónde conocería de cerca la obra de los grandes maestros clásicos y en especial las obras impresionistas, cuyo estilo influenciaría de forma decisiva toda su trayectoria artística. Gran apasionado del realismo español del siglo XVII, con Velázquez como máximo exponente, Sorolla se transformaría en el ‘pintor de la luz’, pasando a la historia como uno de los artistas más señeros en la pintura española de finales del siglo XIX y principios del XX. Antes de su consolidación como artista en 1890, exploraría las corrientes vanguardistas francesas de principio de siglo, como el puntillismo, el impresionismo y post-impresionismo, el divisionismo, fauvismo o expresionismo, hasta dar forma a su estilo personal de brillante luz, a veces enceguecedora.
La obra de Joaquín Sorolla obtendría un merecido reconocimiento internacional en la etapa final de su carrera, concretamente tras una serie de exposiciones en diferentes países europeos de gran tradición artística como Francia, y en tierras americanas; Nueva York, Chicago y San Luis. Coincidiendo con el año de sus últimas exposiciones en el continente norte americano, en noviembre de 1911, recibiría un ambicioso encargo por parte del acaudalado hispanista Archer Milton Huntington, consistente en la elaboración de una serie de catorce paneles a gran escala, en los que representaría artes y costumbres de diferentes regiones españolas. Dicha serie, que recibiría por título ‘Regiones de España’, pasaría a decorar a modo de mural la biblioteca de la Hispanic Society of America, ubicada en la ciudad de Nueva York, donde actualmente se conserva. El conjunto, de tres metros y medio de alto por setenta metros de largo, sería realizado por el maestro en un total de 6 años, comprendidos entre 1913 y 1919. Un año antes, en 1912 se dedicaría a recorrer toda la geografía española para realizar apuntes y bocetos de las diferentes escenas costumbristas de sus provincias y paisajes.
En su paso por Andalucía y con la intención de retratar escenas de la vendimia jerezana, el 7 de octubre de 1914, llegó a Jerez procedente de Sevilla y permanecería en la ciudad hasta el día 22 del mismo mes. Tuvo como anfitrión al empresario bodeguero Pedro Nolasco González Soto, primer marqués de Torre Soto de Briviesca, quien le ofrecería hospedarse durante toda la estancia en su finca de recreo El Cuco. Sorolla realizaría un total de diez cuadros preparatorios al óleo, en los que captaría con gran naturalismo, diferentes escenas de vendimia en la viña anexa a los aledaños de la finca en la que se alojaba, en las que se limita a representar lo que ve, sin añadir rigor historicista.
Bocetos en los que el artista muestra su pincelada más impresionista, muy frecuente en su producción a partir de 1905, en el que pasaría largas estancias retratando escenas en playas levantinas intentando captar la fugacidad de la luz. Según palabras del propio artista, y como resumen de buena parte de su pintura: “Me sería imposible pintar despacio al aire libre, aunque quisiera… No hay nada inmóvil en lo que nos rodea […] Pero aunque todo estuviera petrificado y fijo, bastaría que se moviera el sol, que lo hace de continuo, para dar diverso aspecto a las cosas.” Quizás el carácter amable de las escenas no convenciera al mecenas de la empresa, por lo que la vendimia jerezana quedaría descartada para uno de los paneles, seleccionando escenas con toreros, nazarenos y bailes, como más apropiadas para representar la comunidad andaluza. En la actualidad los diez óleos que pintara en Jerez, pertenecen a los fondos museísticos de la Casa Museo de Sorolla en Madrid y pueden visitarse en sus instalaciones. La gran fama y expectación que en la época obtuvo el artista con este conjunto de obras, hicieron que en 1919, fuese nombrado profesor en la prestigiosa Academia de San Fernando de Madrid, aunque no pudo ni verlas emplazadas en su ubicación definitiva, ni ejercer sus funciones docentes ya que en 1920 caería gravemente enfermo, falleciendo tres años después.
Autora del artículo original: Inma Peña – Fuente: http://www.lasacristiadelcaminante.com/