Sin duda, al hablar de la Malvasía nos encontramos ante una variedad difícil de describir, entre otras cuestiones por el elevado número de ellas que en el mundo se citan bajo esa voz, creando un claro problema de homonimia. Luego, el término Malvasía es utilizado también para referirse al vino -incluso a una clase de vino- así como a las variedades que son capaces de producirlo. En Canarias, fruto de varios estudios realizados por diferentes organismos e investigadores botánicos, se ha llegado a la conclusión en los últimos años de diferenciar dos variedades de Malvasía presentes y autorizadas por los Consejos Reguladores como variedades para elaborar vinos con Denominación de Origen: Malvasía Aromática y Malvasía Volcánica. La primera de ellas tiene como sinonimia a la Malvasía de Sitges y por tanto se pueden considerar la misma variedad; en cuanto a la otra, la Volcánica, sí se pudiera determinar como realmente autóctona de las Islas al haber surgido aquí tras un cruce más o menos expontáneo entre la Malvasía Aromática y la variedad Marmajuelo.
Independientemente de estas consideraciones técnicas, la Malvasía fue durante algunos siglos la uva -la reina- que dio prestigio a los famosos Canary, cuando cientos de barcos cada año recalaban en puertos insulares para aprovisionarse de las barricas que contenían ese néctar que llenaba copas en las más selectas casas y monarquías de Europa. Su gran concentración en azúcar vaticina posteriormente vinos de alta graduación alcohólica, sobre todo si además ha sido vendimiada tras una larga maduración y casi pasificación en la propia cepa. Esta es la utilización más habitual hasta no hace mucho tiempo que se ha hecho históricamente de la variedad y que ha dado nombre al tipo de vinos que se llama “malvasías”. Posteriormente, en tiempos mucho más recientes, en las Islas varias bodegas comenzaron a utilizar el potencial aromático y delicado de la misma (sea Aromática o Volcánica su apellido) para comenzar la elaboración de otro estilo de vinos, mucho más presentes en el consumo diario y con posibilidades de amplios maridajes aparte de los postres. Vinos secos o afrutados, con o sin fermentación en barricas, han sido los artífices, con gran éxito, de que las variedades de Malvasía compitan con las Listán Blanco, Gual, Vijariego, Marmajuelo, Albillo, etc., habituales de esas gamas de vinos. Es esta una excelente manera de disfrutar también de todo el potencial organoléptico de nuestras malvasías.
Volviendo a las consideraciones históricas, todos los autores apuntan al origen griego de la variedad. Se explica la etimología del nombre en la degeneración de Monembasía (única entrada), la ciudad-puerto desde donde partían los barcos con las elaboraciones vinícolas producidas en las islas griegas. El comercio se impulsaba principalmente desde Venecia y posteriormente Génova, motivo que explicaría la italianización del término y su derivación a Malvasía. Las cruzadas justificarían junto con la expansión de los turcos el movimiento de la misma hacia el oeste, estableciéndose definitivamente en el Mediterráneo cristiano. La población de Madeira y la conquista de Canarias explican la incursión atlántica de tan preciada variedad. El cambio del eje comercial, del Mediterráneo al Atlántico, justificó que la etapa vitícola de esplendor en Canarias se mantuviera mientras existían buenas relaciones comerciales con Inglaterra.
- Fuente: “VARIEDADES DE VID DE CULTIVO TRADICIONAL EN CANARIAS”
- Autores: Jorge Zerolo Hernández y Félix Cabello Sáenz de Santa María
- Editor y copyright de la obra: Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria (ICCA)