Hubo una época en la que las plantaciones de caña de azúcar cubrían gran parte de Valle de Guerra, Tejina, Bajamar, Punta del Hidalgo y Valle Jiménez, generando una importante actividad industrial en torno al antiguo trapiche y de la que vivía una gran cantidad de familias de estos núcleos.
El trapiche es “la denominación más antigua y popular de una destilería de ron”, y no solo se utilizaba en esta zona, sino en toda Canarias y también en Latinoamérica, según explica el presidente de la Fundación Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (Cicop), Miguel Ángel Matrán. En 1948, Alfredo Martín Reyes fundó en un espacio de 3.648 metros cuadrados en Tejina la Destilería San Bartolomé de Tejina S.A, conocida popularmente como la Cocal, que dio “señales de identidad a todo un territorio con plantaciones de caña de azúcar”, relata Matrán. Hoy en día aún conserva la antigua maquinaria que utilizaba para extraer el zumo de la caña de azúcar y destilarlo, testigo del pasado industrial de esta parte de La Laguna.
“En Tenerife es la única que se conserva, ni hubo otra, fue la primera que se instaló”, destaca el presidente del Cicop. Al principio, “la fábrica no envasaba, destilaban el zumo de la caña de azúcar y lo llevaban a Las Palmas, donde se envasaba y se traía de vuelta a Tenerife. Esto hasta que en una segunda época la fábrica de Tenerife empieza a envasar también”, señala. Así, sería en 1975 cuando “la fábrica tuvo una gran expansión debido a la incorporación de los terrenos aledaños, propiedad de Florentino del Castillo y de otros propietarios -continúa Matrán-, consiguiéndose así la instalación de nuevas naves que permitieron envasados in situ sin tener que llevarlo a Las Palmas”.
En aquella época eran famosos de la destilería el Ron Guajiro, el Ron Miel Cocal, el Aguardiente de Caña, el Licor Cobana (Licor de Plátano), incluso también se producían ginebras, vermut, quinas y coñac. “Tejina se ha caracterizado por ser un pueblo de emprendedores que se embarcaban en pequeñas industrias familiares, a menudo simples talleres ligados a familias que han venido estrechando lazos profesionales y humanos a lo largo de su devenir histórico. Por eso el antiguo trapiche ha sido un fiel exponente de una actividad agrícola e industrial seña de identidad de todo un territorio, que conserva en esta factoría los componentes esenciales de los procesos de producción en torno a la caña de azúcar”, enfatiza Matrán.
Sería en 1982 cuando la fábrica dejó de extraer el zumo de la caña de azúcar y de destilarlo, cuando se dejó de plantar en la comarca, porque ya “no es rentable”, explica Tatiana Morales, directora gerente de la empresa. En la actualidad quedan plantaciones en La Palma y Gran Canaria, pero “nosotros vamos recorriendo medio mundo buscando los destilados que más se asemejen a las cualidades que tenía el de aquí”, principalmente de Guatemala y Sudáfrica. “Y con ese zumo de caña destilado a la graduación que queremos elaboramos diferentes productos, principalmente de ron”, apunta. La actual fábrica conserva aún las antiguas naves y toda esa maquinaria que dejó de funcionar en 1982. “Quisimos conservarlo porque es historia, creo que hay muy pocas instalaciones industriales de esos años aquí en Canarias, es algo único”, destaca Tatiana Morales. “Tiene un gran interés para el patrimonio industrial de las Islas, ya que ayuda a comprender los aspectos socioeconómicos y culturales de una época concreta en la vida de los tejineros”, añade Matrán.
Por ello, desde la empresa se pretende poner en marcha un Museo de la Caña de Azúcar, “de todo lo que es la destilería, porque la instalación, para la época que de la que se trataba, era muy desarrollada. Creo que esto tiene muchísimo valor y que nos hemos olvidado un poco de dónde venimos y no le damos importancia, y es una pena que esté guardado”, indica Tatiana Morales. Un museo en el que la gente pueda conocer cómo se sacaba el zumo de la caña de azúcar y cómo era el proceso de destilado, en una comarca donde esta industria fue tan importante, aunque aún no hay una fecha para su puesta en marcha.
Por su parte, Miguel Ángel Matrán destaca que este antiguo trapiche “se incorporará al Gestor de Patrimonio Cultural que la Fundación viene realizando en Canarias para difundir y comunicar este importante legado de La Laguna”, ya que “en los estudios que venimos desarrollando se ha comprobado que el deterioro, el abandono y la ignorancia que pesan sobre el patrimonio industrial se prolongan en el tiempo bajo la modalidad no de la agresión, sino de la omisión generalizada en el cuidado de los bienes”. En este sentido, recuerda que “los monumentos han estado constantemente amparados por su entorno social o institucional inmediato”. Pero el patrimonio industrial “ha estado ausente de esta tutela por un equívoco, como era el considerarlos de escaso valor histórico”.
Sin embargo, desde el Cicop entienden que “para recuperar la memoria de nuestra ciudad no solamente hay que recuperar sus inmuebles, también hay que recuperar y revitalizar actividades económicas íntimamente ligadas a esta y que forman parte de su identidad cultural”, enfatiza Miguel Ángel Matrán.