Posiblemente el sector vitivinícola francés sea el más poderoso de toda Europa; por algo son los astutos precursores de lo que ahora son las denominaciones de origen, vinos de pago y terroirs, protegidos en toda la Comunidad Europea. Una oportuna e impactante campaña publicitaria de la bodega chilena Cono Sur, elaboradora de la marca “Bicicleta” (no podía ser de otra manera), hizo temblar los cimientos del nacionalismo galo al querer patrocinar el Tour de Francia 2016 y 2017. Como en territorio francés está prohibido ese tipo de patrocinios directos de productos alcohólicos, la fórmula pasaba por figurar en aquellos lugares de la edición 2016 que recorrieran carreteras no francesas, como son España, Andorra y Suiza, y en las retrasmisiones de televisión del Tour en los otros países donde no está prohibida tal publicidad: Reino Unido, Irlanda, Polonia. Estados Unidos, Colombia, Rusia y Letonia).
Pues conocida la noticia, el sector se pone en situación de “alerta” y preparado para ejecutar actos de boicot al paso de la caravana ciclista por los territorios vinícolas. Conocida su beligerancia (los productores españoles ya la han sufrido) las negociaciones no tardaron en celebrarse y, por supuesto, llegó el acuerdo. Como no puede haber patrocinio pues la fórmula pasa por montar pabellones-stands en las zonas de llegada de las etapas donde la gastronomía y el vino francés serán los grandes protagonistas. Por lo tanto “no hay mal que por bien no venga” como dice el dicho. Guerras comerciales franco-españolas aparte, podríamos aprender un poco de ciertos corporativismos vecinos cuando de defender “lo nuestro” se trate.